viernes, 13 de junio de 2014

Extremadura: Francisco Durán Iglesias






Francisco Durán Iglesias

Vecino de Moraleja (Cáceres). Nacido el 3 de abril de 1895. Casado y de profesión alfarero. Fusilado el 26 de agosto de 1936 en Cuestas de Mínguez - Coria.


En el Informe histórico sobre los fusilamientos de vecinos de Moraleja durante la guerra civil, firmado por Julio Chávez Palacios, profesor de la Universidad de Extremadura y director del proyecto Memoria Histórica en Extremadura, figura la siguiente información (ver referencia a un tal Francisco el "Pucherero"):



Este municipio planteó oposición al alzamiento desde el instante en que se conoció el alcance de éste. El alcalde republicano, Alfonso Rodríguez Díaz, junto con concejales y responsables de partidos y centrales sindicales republicanos analizaron la situación y decidieron tomar medidas de resistencia ante cualquier intento de ocupación del municipio por los sublevados. Así, el 18 de julio se establecieron rondas de vigilancia por el centro urbano, en las que participaron, entre otros vecinos, el presidente de las Juventudes Socialistas de Moraleja, Félix Martínez García; Silvestre Montero Hernández, que acompañó en su visita a Moraleja al conocido republicano del pueblo de Cilleros: Nicasio Álvarez de Sotomayor; y Jacinto González Carpintero, en aquellos momentos residía en Moraleja aunque era maestro nacional en Descargamaría.

Esas labores de control y vigilancia no evitaron, sin embargo, que la localidad fuese ocupada por los sublevados sin apenas dificultad. Una vez ocupado el ayuntamiento procedieron a destituir a la anterior corporación y nombraron una comisión gestora afín a sus intereses. Sin embargo, a diferencia de otros pueblos cacereños, al parecer en Moraleja, cuando se encontraba bajo mando insurgente, hubo un intento de resistencia por parte de un sector de vecinos militantes en organizaciones de izquierdas que intentaron recobrar el control municipal mediante la destitución de esa gestora (1). No consiguieron sus propósitos y los responsables resultaron detenidos. Detenciones que se extendieron a otros vecinos: unos fueron encarcelados en el depósito municipal y otros trasladados a la prisión de Coria.

Se temía entre la población, sobre todo ante las alarmantes noticias que se iban conociendo sobre fusilamientos de republicanos en otras localidades próximas, que pronto de las detenciones se pasaría a las temidas ejecuciones. Y ese temor, desgraciadamente, no tardó en cumplirse. Sucedió el 26 de agosto de 1936 y los vecinos afectados fueron los siguientes: Vicente Carrero García, Valentín Caballero Devesa, Baldomero Campos Durán, Benigno Viera Rego y un tal Francisco conocido por “Pucherero”. Los cinco estaban detenidos en el depósito municipal y un grupo de falangistas, al parecer de la localidad de Valverde del Fresno, los montaron en una camioneta y se los llevaron detenidos en dirección a Coria.

Tras atravesar esa localidad continuaron el trayecto por la carretera de Cáceres aunque no por mucho tiempo. La expedición se detuvo en la zona conocida por “Cuestas de Mínguez” y sin dilaciones procedieron a fusilar a los detenidos en la misma cuneta. Según el testimonio facilitado por Marcelina Leno Borrero: “En plena noche mi padre, Aurelio Leno Clemente, vio desde una caseta de su propiedad situada en una finca próxima a la zona en que fueron ejecutados, que se acercaba un camión. Comprobó que eran falangistas quienes lo conducían, entonando cánticos que por la forma en que los proferían le dio la impresión de que iban borrachos. Igualmente escuchaba gritos de otras personas que iban con ellos, que exclamaban con insistencia ¡Soltad las armas si sois hombres¡ ¡Uno por uno, cobardes¡ …

Ante esas voces decidió refugiarse en la caseta. Tenía miedo. Poco después escuchó varias detonaciones. Se hizo el silencio y, posteriormente, una nueva descarga. Permaneció en la caseta unas cuatro horas aproximadamente. Pasado ese tiempo se acercó al lugar en que se escucharon los disparos y encontró a cinco personas, varones, muertos.

Los cadáveres estuvieron a la intemperie, en pleno abandono, unos cuatro días, hasta comprobar que unos perros de su propiedad se presentaron en la caseta con restos humanos. Poco después vio a varias rapaces sobrevolando la zona. No se lo pensó y decidió ir al ayuntamiento de Coria donde dio cuenta de la situación de los cadáveres. Desde el Consistorio fueron enviados al lugar unos obreros que junto a mi padre y mi hermano Nicolás Leno Borrero cavaron una fosa en la parte de arriba de “Las Cuestas”, antes de llegar al cruce de Portaje, donde los enterraron con tierra y piedras encima”.

Por su parte, Julio Valle Alba, nos ha dado el siguiente testimonio sobre este suceso: “Los cinco cadáveres en total estado de abandono, permanecieron a la intemperie durante dos o tres días, siendo localizados por unos campesinos de la zona tras observar que los perros llevaban entre sus dientes huesos humanos”.

Versiones, tanto una como otra, que confirman qué poco importó a los autores de estas ejecuciones el estado en que quedaban los cuerpos sin vida. Ni tan siquiera se dignaron a enterrarlos y los dejaron a merced de las alimañas. La experiencia vivida por Aurelio y otros campesinos que los vieron debió ser inolvidable y a buen seguro que la han tenido presente durante el resto de sus vidas.

(1).- Eso al menos se informa en el consejo guerra que juzgó a varios vecinos de Moraleja procesados en la causa nº 376/38. Archivo Prisión Provincial, exp. 2.758, Damián López Peña.



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