sábado, 21 de junio de 2014

Navarra: Andrés Martínez Bea


Andrés Martínez Bea

Nacido en el municipio de Sartaguda el 30 de noviembre de 1891 y vecino de esta localidad. Hijo de Eusebio y Florencia. Casado con Sabina García de Medina y padre de una hija, Daniela. Alguacil afiliado a la UGT. Muere víctima de una ejecución extrajudicial el 4 de septiembre de 1936 en el municipio de Ausejo (La Rioja).

Segundo Martínez Bea (hermano del asesinado) manifiesta que: "(…) La muerte de mi nombrado ocurrió con motivo de la pasada lucha nacional contra el marxismo, en término municipal de AUSEJO, perteneciente al partido judicial de Calahorra, provincia de Logroño, el día cuatro de Septiembre de mil noveciontos treinta y nueve [sic.], fecha y lugar en que su cadáver fue visto por los vecinos del mencionado pueblo don Máximo Pérez Martínez y don Pío Ramírez (…)." [Estella, 1939/10/11].

Máximo Pérez Martínez; Pío Ramírez ambos testifican en Araujo el 27 de octubre de 1939.

Máximo Pérez Martínez manifiesta: "(…) Que recuerda perfectamente, que el día cuatro de Septiembre de mil novecientos treinta y seis, fue requerido por las Autoridades del pueblo de Ausejo para proceder al enterramiento de ciertos individuos fallecidos a consecuencia de la lucha contra el marxismo, y estando en esta operación en compañía de un convecino Pío Ramírez, le consta ser cierto que entre los fallecidos en cuestión, figuraba como tal Andrés Martínez Bea vecino de Sartaguda cuyo enterramiento llevaron a cabo en el término conocido por "El Horcajo" de esta jurisdicción de Ausejo (...)". 

En la página sartagurda.es encontramos la siguiente referencia a Andrés Martínez Bea:

Septiembre comienza con sangre desde el primer día. A José Sádaba, de 49 años, lo matan en Cárcar, pueblo donde había nacido. El día cuatro llega a la cárcel un camión entoldado y sacan a diez hombres atados. Agapito Garatea de 53 años, tiene un brazo herido por haberle cogido la polea de la trilladora. Le ponen una silla para que suba al camión y le empujan brutalmente haciéndole caer. Algunos familiares presencian la escena y a uno de sus seis hijos le da un ataque de nervios. Narciso Mangado albañil de UGT, cuyo mayor delito era haber puesto a su hijo el nombre de Progreso; Andrés Martínez Bea, alguacil; Estebán Martínez Sáenz; Francisco Merino de quien dijeron le fue ocupada una pistola; Cipriano Montoya; Ricardo Moreno, concejal de UGT y Andrés Sesma García. Los llevaron por la carretera el Villar hasta el término Aurcajo de la localidad de Ausejo, entre este lugar y el Villar; en un olivar sito en el kilómetro 35 de la carretera les esperaban un numeroso grupo de fusileros.

Antes de matarlos les quitaron la ropa y otros objetos personales, que no aparecieron al desenterrarlos. Una vez muertos los arrastraron atados a un palo hasta un poco más abajo, donde había más tierra. A algunos los remataron a golpes y con postas.

Algún tiempo después algunos familiares reconocieron las ropas de sus familiares. La hija de un fusilado reconoció el traje de su padre e increpó al que lo llevaba: “¡Qué poco te ha costado ese traje!. “El que lo llevaba ya no lo necesitaba”, contestó el aludido.

Fuente: flickr.com

La forma de proceder de estas cuadrillas de matones se ve ajustadamente representada en la siguiente anotación del a menudo citado Andrés Moreno de Sartaguda y el testimonio de la nieta de uno de los asesinados en esta ocasión.

El 4 se septiembre viernes, Andrés Moreno, de Sartaguda anota en su diario: “Hoy a la 11 y media se llevan a los presos. De las 12 a las 12 y media los han afusilado en la jurisdicción del Villar y Ausejo. Los asesinados detenidos el día anterior son Delfín M., Andrés M., Agapito Garatea y Cipriano Montoya”.

Una nieta de Agapito Garatea, que ha hecho un enorme acopio de material, afirma de esas muertes:

“Los llevan por la carretera del Villar; los paran y piden agua a una señora y preguntan dónde se encuentran; el camión donde los llevaban llevaba toldo y no saben dónde están. Era verano. Los llevan a los campos de Ausejo. Allí se juntan unos 80 fusileros para matarlos salvajemente a golpes. No salen balas (en la exhumación) y sus cabezas destrozadas, como puede verse en las fotos. Uno de ellos sin cabeza (…) Sale también un gancho de carnicero (…) Los matan en unos olivos y después los arrastran enrastrados a un palo, pinchándoles con un cuchillo por detrás. Los llevan más abajo por tener más tierra para enterrarlos.

Además de golpes, los mataron con postas”. (Sartaguda 1936. El pueblo de las viudas, 482)

A día de hoy no tenemos un estudio concienzudo que ponga cara y nombre a estos individuos y les atribuya concretamente los cargos de que son reos.

Bibliografía:
José Mª Jimeno Jurío: Sartaguda 1936. El Pueblo de la Viudas. Pamiela. Pamplona-Iruña, 2008
Eduardo Pons Prades: Las escuadras de la muerte. La represión de los sublevados. Flor de Viento Ediciones. Barcelona, 2006

Abajo, retrato familiar. Andrés, su mujer Sabina y su hija Daniela.




















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