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jueves, 17 de julio de 2014

Extremadura: Ángel Barrado Tejeda "Barradín"

Ángel Barrado Tejeda (carnet de corresponsal de El Gladiador, 1928)

Angel Barrado Tejeda nació en Malpartida de Plasencia, hijo de Lorenzo y Petra, y se hizo maestro. Casado con Sabina López, lo fusilaron un 25 de diciembre de 1937. Dejó mujer y tres hijos: Alberto, Lorenzo y Juani.

Su padre, Lorenzo Barrado, casado con Petra Tejeda , era el cartero de Malpartida de Plasencia. Había sido militar, con graduación de sargento, y había participado en la Guerra de Cuba. Todas las mañanas, a lomos de su caballo, acudía Lorenzo a Plasencia Empalme en busca del correo. Tras la jornada, regresaba a su casa del número 1 de la calle Travesía de Música, una casa de labradores, con un pasillo enorme por el que atravesaban las bestias camino de los corrales, donde existía un pozo de agua deliciosa, propia de aquel inolvidable paraíso en el que se crió el único hijo de la pareja: Ángel Barrado Tejeda , que aprendió las primeras letras con Sánchez Marín, conocido sacerdote y afamado maestro.

No tardaron Lorenzo y Petra, al comprobar las dotes intelectuales de su hijo, al que todos llamaban "Barradín", en enviar al pequeño al seminario de Plasencia, donde fue correligionario de Rafael Valencia, luego canónigo del obispado en tiempos del prelado Llopis Ivorra . Terminado el ciclo, Ángel llegó a Cáceres porque quería ver cumplido su sueño de ser maestro, de manera que ingresó en las Normales para estudiar Magisterio.


Junto a sus compañeros de Promoción de la Escuela de Magisterio

Durante su estancia en la ciudad, el aventajado alumno se hospedó en casa de los padres de Catalino, un chapista de la ciudad, gran profesional, que tuvo luego el taller en el llamado Corral de los Curas, que estaba por Camino Llano cuando el Camino Llano era cuna de conocidos negocios o de cocheras de célebres taxistas como Arcadio Gómez Cabrera, otro que le decían El Plata, Segundo Pérez, o Juan de Pablos, que tenía un Renault Amarillo. En aquel barrio vivían los Galiche, famosos porque iban vendiendo por las ferias el turrón que compraban en Castuera, y también residía la familia Guardiola, que tenían varios hijos: Blanca, Charo, Carmen y Eduardo, emparentados con don Carlos Guardiola, un director de Correos muy querido en la capital.

Durante la carrera de Magisterio y poco antes de la proclamación de la Segunda República, Ángel se enamoró perdidamente de Sabina López López, hija de Juana y de Lorenzo, que era cartero mayor y que vivía en el edificio de Correos, que estaba en La Concepción, en una casa propiedad de la familia Montenegro. Además de Sabina, Lorenzo y Juana tuvieron otros tres hijos: Marina, África y Manolo, que fue alcalde de Cáceres.


Con su mujer, Sabina López López
El traslado

Al terminar la carrera, sacar plaza y en pleno noviazgo con Sabina, destinaron a Ángel Barrado al Condado de Treviño, en el norte de España. Fue allí donde Ángel participó muy activamente en las llamadas "Misiones Pedagógicas", un proyecto educativo patrocinado por el Gobierno de la Segunda República a partir del Museo Pedagógico Nacional e inspirado en la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza. Las misiones fueron fundadas en 1931 y finalizaron con el comienzo de la guerra civil en 1936.

Debido a la mala situación educativa de España en comparación con otros países europeos, a la alta tasa de analfabetismo --en torno al 44%-- localizada principalmente en el ámbito rural, y a la voluntad del Gobierno de la Segunda República por mejorar esta situación, se crearon y desarrollaron estas misiones, siendo presidente Niceto Alcalá-Zamora y Ministro de Instrucción Pública Marcelino Domingo.

A través de las misiones, Ángel viajó por muchos lugares de España, con el encargo de difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural. Conoció en ese tiempo a grandes personajes de la época, Federico García Lorca entre ellos, del que llegó a interpretar varias obras de teatro. De modo que en el corazón de aquel joven maestro no tardó en aflorar un sentimiento de respeto y amor a la cultura que transmitió con esmero a sus alumnos.

Entre clase y clase, el amor seguía llamando cada día a la puerta de Ángel, que no olvidaba a su querida Sabina. Así que cuando consiguió plaza de maestro en Navas del Madroño, volvió a la tierra y contrajo matrimonio con su adorada novia. Pero Ángel no podía dejar de lado sus arraigadas convicciones políticas. Cada tarde dejaba a su esposa en el Rosario y él acudía diligente a la Casa del Pueblo, en la que desarrollaba una gran actividad, llegó a ser su director y se convirtió en teniente de alcalde, miembro destacado del Partido Socialista.

Para entonces el matrimonio había dado al mundo a sus tres hijos: Alberto, Lorenzo y Juani . El ambiente político ya estaba más que enrarecido en España y fue en un viaje a Cáceres, un verano de 1936, cuando a Ángel lo detuvieron en el Paseo de Cánovas, el 22 de julio, y encarcelado junto a Juan Caballero Pino y Arturo Domínguez. Conocida la noticia, Sabina y sus tres hijos se instalaron en una casa del número 18 de la calle Godoy, cedida por Juana, su madre.

Sus tres hijos: Alberto, Juani y Lorenzo
Una tarde, mientras los pequeños correteaban por los pasillos y Sabina --maldades de la guerra-- cosía ropa para el ejército de Franco, un golpe muy fuerte se escuchó en la puerta. Sin aliento, Sabina y sus hijos bajaron a abrir movidos por el desconcierto, conscientes de que detrás de aquella puerta no habría más que malas noticias. Y así fue. Una pareja de la Guardia civil, amiga de la familia, tuvo el detalle de trasladar al bueno de Barrado hasta su casa para que se despidiera de su familia antes de ingresar en prisión.

Primero en la Cárcel Vieja de la calle Nidos y luego en la llamada Cárcel Nueva de Pinilla, Ángel pasaba los que definitivamente serían los últimos días de su vida. Hubo tiempo para algunas cartas a su enamorada en las que Barrado ya presagiaba un desgraciado final: "El juez me ha hecho una acusación muy fuerte: coger documentación de la Casa del Pueblo...", decía entre desolados párrafos. Y aunque ninguna acusación más grave que aquella se le encontró, nada hacía pensar que llegara un milagro.

La cárcel

Había días en los que Sabina se acercaba a la cárcel, acompañada por Alberto, su hijo de 3 años. A su paso los soldados la maldecían, como hacían con el resto de mujeres de los "rojos". Pero Sabina siempre trataba de mantener la firmeza, incluso la mañana en que amaneció enlutada de pies a cabeza porque todo había terminado no perdió la calma. En la casa se recibió el escrito entre un silencio desgarrador, era la orden del Capitán general por la que se entregaba el cuerpo de Ángel Barrado Tejeda para darle sepultura, "muerto de no se sabe qué --decía la terrible misiva-- y si deja o no familia".

Ángel dejaba mujer y tres hijos pequeños. Lo fusilaron el Día de Navidad de 1937, la misma fecha en que mataron al alcalde Antonio Canales, acusado de tramar un plan para recuperar Cáceres de las manos de los sublevados que supuestamente había planeado el alcalde de Cadalso, Máximo Calvo Cano, junto al presidente de la Diputación de Cáceres, Ramón González Cid y otros, siendo juzgado en consejo de guerra sumarísimo en agosto de 1937, y ejecutado junto a 33 cacereños más --entre ellos Barrado-- tras las tapias del cuartel Infanta Isabel.

Ángel Barrado tenía 33 años. Se fue para nunca regresar. Había sido redactor-vocal de El Gladiador (1927-1932), un periódico de Malpartida de Plasencia, buen padre, buen maestro, pero de nada servía todo aquello. Ángel se marchaba aquella Navidad y con él todas sus propiedades, que fueron confiscadas y sacadas a pública subasta.



Alberto, el mayor de sus tres hijos



Alberto y Lorenzo
El traslado a Hornillos

Al cabo de uno o dos años, Sabina y sus hijos se trasladaron a la calle Hornillos por mediación de su tío Santos Floriano. Pudieron arrendarle la casa, por 30 pesetas al mes, al señor Carbajo, que trabajaba en la Diputación. Aquella casa era en realidad una habitación, con una pequeña cocina y un zaguán, sin agua corriente, y un inodoro compartido con el resto de vecinos de la finca. En aquellos años, Sabina López trabajaba incansablemente tratando de sacar a sus hijos adelante. Tricotaba jerseys y lo hacía con una velocidad inaudita. Las prendas las llevaba luego a Casa Mendieta, que regentaba Antonio Mendieta, casado con Mercedes, y que se encargaban de vender los trabajos de Sabina a cambio de una comisión. Sabina también hacía toquillas y patucos para los recién nacidos y preparaba los ojales para las camisas de popelín.

El trabajo en Mendieta

Eran años duros en los que a pesar del dolor, Sabina nunca hablaba de su malogrado esposo y aprendió a tejer un tupido velo en torno a su recuerdo. A escondidas sollozaba y honraba su memoria, acariciaba las fotografías que guardaba en un cajón de la cómoda de su cuarto... Cuando llegaba el Día de Difuntos acompañaba a sus hermanos al cementerio, pero nunca pasaba por la fosa común donde reposaba desde aquella Navidad el cuerpo sin vida de "Barradín".

El pequeño Alberto también lloraba a escondidas cuando veía que todos los niños del barrio tenían un padre, todos menos él. Se preguntaba por qué no había vuelto de la cárcel. Se lo preguntaba a sí mismo porque en voz alta no se atrevía. Y solo le restaba agarrarse a los años que vivieron felices en Navas del Madroño. No olvidaba Alberto la escena que protagonizó entonces, el día que llevaron a la casa una cesta llena de dulces, en agradecimiento por lo buen maestro que era Ángel Barrado, porque Barrado reunía a todos los niños pobres del pueblo, les enseñaba y los ponía a comer alrededor de su mesa, y siempre advertía a Sabina de que no aceptara regalos y menos de aquéllos que tanto necesitaban el sustento.

El día que llegó aquella cesta, el pequeño Alberto la cogió, bajó al portal, los niños se pusieron en fila y repartió los pasteles hasta rematar la mercancía. Enseguida Sabina, al darse cuenta de lo sucedido, reprendió a su hijo, que se escondió debajo de una mesa en espera de la regañina de su padre. Pero Ángel, al enterarse de lo ocurrido, abrazó a su pequeño y le dijo: "Ven a mis brazos, después de esto sé que vas a ser un gran ciudadano".


Su hija Juani.

Sin pensión de viudedad

Sabina no cobraba pensión de viudedad porque el Régimen le dijo que su marido no había cotizado los años suficientes como para recibirla. Ella se había resignado a aquella explicación, se había resignado a toda la sinrazón de cuanto había ocurrido aquel convulso 1937: el terror que a solas vivió el 23 de julio durante el bombardeo a Cáceres por aviones del ejército republicano ya con su marido preso; y después, su injusto fusilamiento.

Antonio Varona, el que luego fuera notario, había sido casualmente testigo de lo que ocurrió minutos antes de que mataran a Ángel Barrado ya que ese año se encontraba en el acuartelamiento cacereño haciendo la mili. Aquella tarde del 25 de diciembre, en el patio del cuartel del Regimiento de Infantería Argel número 27, aguardaban los 34 cacereños que iban a ser fusilados, entre ellos Barrado, con quien Varona pudo departir unos minutos. Le rogó que del bolsillo interior de su americana extrajera su cartera y que con todo su contenido se lo hiciera llegar a su esposa después de su fusilamiento. El notario entregó la cartera al hermano de Sabina y ella la guardó para siempre.


Juani


Dicen que camino al Patio de Pistolas llegó el cura. Se acercó a Barrado y le preguntó: "¿Hijo, quieres arrepentirte de tus pecados?". Barrado miró al cura de arriba a abajo: "¿Qué dice usted?", preguntó con asombro al sacerdote. A lo que éste insistió: "Digo, hijo, que si no te arrepientes de tus pecados, que si no quieres confesarte". Y Barrado habló por última vez: "Yo soy la víctima, confiese usted a los que hoy me van a matar". Después sonaron los disparos. Tras ellos, el silencio.


Su primogénito Alberto encontraría años más tarde unas cartas en uno de los cajones de la cómoda en la habitación de su madre. Eran las cartas que Ángel Barrado enviaba a Sabina durante su estancia en la cárcel.

"Mi queridísima Sabina: 

Recibo tu carta y me alegra el optimismo que en ella se refleja. Yo, gracias a Dios, sigo bien. Observo que no me dices nada de tu salud, de lo que deduzco que estarás mejor y se te habrá pasado la preocupación (...) 

Ayer, día 8, fui de nuevo llamado por el señor Juez, quien me dijo que esta causa es diferente de la anterior y que en ésta se me acusa del supuesto delito de rebeldía militar, me tomó declaración otra vez, por cierto que estoy completamente desorientado, en primer lugar porque como me considero completamente inocente, no me explico una acusación tan grave y por otra parte, porque de las preguntas que me han hecho no logro deducir en qué se concreta el delito. Aún no he sido procesado y supongo que la causa tendrá que ir a Valladolid y hasta que no venga no podremos saber nada. Yo sigo confiando en que Dios probará hasta lo último nuestra paciencia, resignación y fe; pero en definitiva me salvará y os salvará a todos. 

No te preocupes por mí, y vivo satisfecho con que vosotros estéis bien. Dime cómo marcha el asunto de Agustín y las novedades que haya en la familia. De la impresión que me produjiste solo te puedo decir que he estado estos días casi sin darme cuenta de donde estoy, con el regusto del rato que estuve con vosotros; solo el niño me ha decepcionado con no querer hablar pues me parece que va olvidándome y dejando de quererme. Tengo principiados unos versos y si los termino te los enviaré en la carta próxima. 

Sin más que muchas ganas de abrazos se despide de vosotros tu Ángel" .

La incertidumbre se apoderaba de Barrado en la fría prisión del Cáceres de 1937 y detrás de esa carta llegarían otras.


Alberto posa en Cáceres junto a su Ford de 17 caballos

Estando destinado Alberto en la comandancia general de Melilla, y pasado el periodo de reclutas, lo enviaron a los talleres a trabajar de ayudante con el señor Cerrudo. Terminado el curso de Cabo Primero, el capitán Encinas, que tenía fama de mala leche pero que con Alberto se portaba de maravilla, le llamó a su despacho. "Barrado, ¿qué vas a hacer en la vida civil, no se te ha pasado por la cabeza quedarte en el Ejército? Ya eres Cabo Primero y si sigues aquí antes de dos años eres sargento". Barrado le contestó casi con evasivas porque prefería volver a Cáceres y continuar con su vida anterior.

Encinas era un tipo listo que rápidamente se percató de que aquel cabo no se dedicaría a la carrera militar. Pero, eso sí, antes de despedirse le hizo otra pregunta. "Barrado, ¿tú sabes de qué murió tu padre?". Entonces para Alberto no existieron las evasivas y con arrojo respondió: "Sí, mi capitán, a mi padre lo mataron". Encinas se levantó de la silla, atravesó la mesa que los separaba y se puso a su lado. "Mira Barrado --le dijo--, eso le pasó a muchos españoles, pero ten por seguro que dentro de algunos años te sentirás muy orgulloso de quien fue tu padre...".

Encinas le miró fijamente a los ojos mientras le estrechaba la mano. Alberto Barrado, sobrecogido, se despidió de su capitán y cerró la puerta de aquel despacho. Tenía solo 21 años.

Los hijos de Ángel Barrado
En el viaje de vuelta a Cáceres desde Melilla, Alberto no paraba de darle vueltas a la cabeza recordando las últimas palabras del capitán Encinas. Al llegar de nuevo a la casa de Ronda del Carmen y en un descuido de su madre volvió a rebuscar en aquel cajón de la cómoda de Sabina. Apareció entonces la lista negra, esa que incluía a los maestros de la provincia de Cáceres destituidos o suspensos de empleo y sueldo por resolución gubernativa el 20 de noviembre de 1936. Allí aparecía el nombre de su padre junto al de otros 77 docentes, algunos de ellos mujeres: Manuela Alonso Vázquez , de Campillo de Deleitosa, Juana Valcárcel Terrón , de Garrovillas, María Rodríguez , de Malpartida de Plasencia... y otros muchos: Antonio Dávila Martín , de Arroyo del Puerco, José Rodríguez , de Navalvillar de Ibor, Felipe Núñez , de Plasencia, Antonio Felipe Harto, de Valdeobispo...

Detrás de aquel documento había otros. Uno de ellos era de la denominada Comisión Depuradora del Magisterio de la Provincia de Cáceres y estaba firmado por el inspector de la misma un 20 de febrero de 1937. En él se exponía la actuación ideológica y de conducta de Angel Barrado: "Consta a esta inspección --decía literalmente-- haber sido siempre el expresado señor maestro de ideas extremistas y que en la rebelión de Octubre actuó como uno de los agitadores y dirigentes, habiendo estado preso en aquella ocasión en la cárcel de Cáceres. Conocidísimo por estas circunstancias, y aunque con posterioridad a dicho encarcelamiento su actitud era menos evidente al estallar el glorioso Movimiento Nacional fue preso, no habiendo actuado por esta razón sin duda en contra del mismo, pero es evidente que no actuó...

...
El señor alcalde de Navas del Madroño --continuaba el documento--, en oficio al Ilustrísimo Señor
Rector del distrito Universitario lo califica como perteneciente al Socorro Rojo Internacional y afirma que inducía a los niños ideas extremistas. El Excelentísimo Señor Gobernador Civil de la Provincia acordó su destitución con fecha de 6 de septiembre de 1936, destitución que fue aprobada por el Ilustrísimo Señor Rector...".

"...Es unánime --añadía-- la información sobre su absoluta irreligiosidad, sin que conste no obstante que en este sentido actuara en la escuela. Por otra parte consta que sus hijos están bautizados y que su esposa, profundamente religiosa, gozaba de plena libertad en este sentido, permitiéndole no solo las prácticas religiosas sino el hacer ostentación en su persona y casa de símbolos, emblemas e imágenes religiosas. Son concordes asimismo todos los informes en su ideología marxista, no limitada al pensamiento, sino traducida en acción directa, actuando como consejero de la Casa del Pueblo de Navas del Madroño y en contacto con los elementos extremistas de la Provincia". "Son también unánimes los informes en declarar que enseñaba mucho y enseñaba bien. En efecto a este Inspector consta que es un buen maestro, enamorado de su profesión siendo una verdadera lástima que por extravíos ideológicos causados por lecturas de juventud totalmente indigeridas, haya derivado a los extremos que más arriba se reseñan".
Alberto junto a su mujer, Loli Polo

La última carta de Ángel a Sabina: 

"Mi queridísima Sabi: 

No te sorprenda mi laconismo de ahora y de lo sucesivo, porque es debido a que así lo han dispuesto los superiores, por tanto has de resignarte a que no te escriba cartas largas. He recibido tu carta y la talega con todo lo que indicas en la etiqueta. Esta semana he tenido que meterme a lavandero de los pañuelos por lo que el jueves debes mandarme el mayor número de ellos que puedas. He recibido cartas de mi madre y de casi todos mis primos y primas que gozan en general de salud, pero teniendo que lamentar la muerte de aquel pariente concejal que vive en La Solana más allá de mi primo José.

Estoy muy esperanzado de que sea sobreseída mi causa porque hace algunos días han llamado para nombrar defensor a todos lo que fueron procesados cuando yo y a mi solamente me han quedado sin decirme nada. Medita bien mis versos y ten valor y fe en Dios para esperar.

Chatilla mía: no quiero verte llorar. No te angusties, ni temas, ni desesperes, aunque ante graves problemas tú te vieres, o sientas todo el futuro zozobrar. Pronto será realidad lo que tú quieres. Necesario es sufrir para alumbrar. Has de decir al dolor: 'Si más me hieres, más cerca estoy y más segura de curar'. Abandona el pesimismo y ten presente que a veces resulta un bien del mal. En la roca más dura está la fuente del más rico y saludable manantial. ¿Ya te cansa y te angustia verme ausente? De que pronto he de abrazarte, eso es señal. Sin más da muchos besos a mis nenes y a mi nena y tú recibe uno solo muy grande de tu Angel" .


Era el 15 de noviembre de 1937, un mes antes de su fusilamiento, cuando Ángel escribió esta carta en la que trataba de animar a su esposa.

La certificación literal de inscripción de defunción de Ángel:

"...En la ciudad de Cáceres a las nueve horas y cinco minutos del día 26 de diciembre de 1937 II Año Triunfal, se procede a inscribir la defunción de don Angel Barrado Tejeda, de 29 años, (...) hijo de don Lorenzo y de doña Petra, (...) de estado casado, se ignora con quién y si deja o no sucesión, falleció en esta capital el día de ayer a las diez y nueve horas a consecuencia de 'se ignora' según resulta de Orden del Juzgado Militar y reconocimiento practicado, y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta Capital". 





Alberto con su mujer y su hijo (Alberto)
Un documento fechado el 27 de marzo de 1937, firmado por el juez de Instrucción Militar del Regimiento de Argel número 27 y destinado a Petra Tejeda, la madre del malogrado Barradín, comunicaba el embargo de gran parte de sus bienes tras "la multa impuesta a su hijo --detallaba-- por la Superioridad": un cercado en el sitio llamado Marineros, una viña en el sitio llamado El Pino, otra en La Sierra, un huerto en Las Higuerillas, otro en San Marcos con olivos, una cerca en Pedroinjelmo, otra en Molinos de Viento y un prado en el Cordel.

Carnet de periodista de Alberto Barrado para Radio Popular

Alberto se convertiría en el primer secretario general del PSOE en Casar de Cáceres.

Sabina, que falleció en Huelva a la edad de 88 años, murió marcada por la pena y la ausencia de su marido. El sufrimiento la acompañó hasta el final de sus días: fue la injusta penitencia que tuvo que pagar. Ya en su vejez, Sabina se había convertido en una mujer muy moderna, cuidaba con mimo sus uñas, lucía coqueta su collar y no había perdido la eterna elegancia y distinción en el vestir.

Pero jamás se olvidó Sabina de Angel Barrado. Constantemente lo nombraba, especialmente cuando hablaba con sus nietos. Les relataba cada uno de los renglones que el 'abuelito', como cariñosamente ella le llamaba, le enviaba desde la cárcel. Sobre todo en la última etapa de su vida, Sabina exteriorizaba la pasión que sentía por su marido, confesaba que le seguía queriendo, que estaba presente en cada una de sus noches, en todos sus despertares.

Con un amor sin reservas hablaba de Ángel Barrado, de su delicadeza, de su vocacional manera de enseñar a los alumnos, de su bondad, de los años felices de su noviazgo. Había días en los que recordaba también aquel fatídico 25 de diciembre de 1937. El silencio de su casa de la calle Godoy, sus tres hijos aterrorizados en el filo de las escaleras cuando llegaron los civiles, la silla donde apresuradamente dejó los uniformes que estaba cosiendo para el ejército de Franco mientras le dieron la noticia del fusilamiento de su marido...

Cuando murió el dictador también el silencio se apoderó de la casa de los Barrado, pero solo para hacer borrón y cuenta nueva: tener la suficiente dignidad como para no desear la muerte de nadie. Hoy, Alberto Barrado López no guarda rencor, perdona a los que mal le hicieron.

Muchos actos de homenaje se han sucedido en los últimos años en recuerdo de Ángel Barrado y de todos los caídos en aquella guerra tan injusta y miserable. Una fosa común agrupa en el cementerio de Cáceres a los caídos y ahora el gobierno de la ciudad última la colocación de una placa con los nombres de todos ellos.

Fuente: elperiodicodeextremadura.com

En la página de Izquierda Unida de Plasencia se informa acerca del homenaje a Ángel Barrado Tejeda y a Eduardo Muñoz Muñoz, maestros ambos fusilados durante la guerra:

EMOTIVO HOMENAJE A DOS MAESTROS

El pasado día 17 de junio [de 2013] el Ayuntamiento realizó un homenaje de reconocimiento a la memoria de dos chinatos. Eduardo Muñoz Muñoz y Angel Barrado Tejeda, fusilados durante la guerra civil. Ambos eran maestros, y su único delito consistió en la defensa de las ideas republicanas. Eduardo fue fusilado en Parla, y Angel en Las Navas del Madroño. El acto consistió en la recepción de sus familiares por parte del Alcalde, el presidente de Diputación, y de los grupos políticos que asistieron: PSOE e I.Unida. En el salón de Plenos se leyeron notas relativas a sus vidas por familiares directos, hijos y nietos. A continuación se descubrió una placa con sus nombres en las casas donde nacieron.

Al homenaje acudimos unas cincuenta personas con la intención de rendir tributo a unos españoles represaliados con su muerte por la defensa de los valores democráticos. No era el homenaje a los de un bando. Era el homenaje a unos españoles irrespetuosamente tratados por la historia más reciente. Ellos sostuvieron la primera estructura democrática moderna en nuestro país. Son sus cenizas y su memoria sobre las que hemos construido el actual sistema de libertades, las mismas de aquella república democrática.

En


De Angel Barrado Tejeda, en su artículo editorial “Verdades tristes” (8-1-1929), son estas líneas que descubren su convicción de que El Gladiador es un vehículo cultural de gran importancia y un orgullo para el pueblo:

«Serradilla, Brozas, San Vicente de Alcántara. Talavera, Don Benito, Castuera, etc... y como éstos todos los pueblos y ciudades de algún prestigio intelectual, tienen periódico, y algunas, por ejemplo Plasencia, cuentan con dos [...]; de donde resulta que para Malpartida, El Gladiador es su título de nobleza, su ejecutoria de valía y su mejor distintivo de honor».


La cuestión social y sus relaciones con las circunstancias socíopolíticas es abordada, sobre todo, por Pedro Mirón García, Angel Barrado, Germán García Fernández, Justo Vivas, Antonio Fernández. 


Los jóvenes de El Gladiador, sin ambiciones políticas, pueden representar la minoría que movilice a la masa chinata hacia el progreso, la cultura, la civilización. Pero, si bien no podemos afirmar que tuvieran conciencia de serlo, sí es cierto que compartían los supuestos de Ortega. Nos lo confirman estas palabras de Angel Barrado, que, en un artículo titulado “Lo que no: falta”, aparecido en el último número de la 1ª época, en el que hace balance de dos años en la brecha, y afirma:

«...los chinatos, en general, son trabajadores, son honrados, son sufridos; pero anida en ellos pronto la desconfianza, las rivalidades y el egoísmo. ..».

Y más adelante, después de mostrar su escepticismo acerca de las ilusiones que él mismo había vertido en artículos anteriores sobre el avance de Malpartida, y que ahora califica de «palabrería todo», añade: «...faltan todavía en los chinatos muchas virtudes cívicas, necesarias para el desarrollo de las posibilidades de Malpartida; y falta además un espíritu fuerte, capaz de imponerse y dirigir los destinos de este pueblo digno de mejor suerte. La gran masa chinata adolece de un director sabio y honrado que la dirija... Y mientras ello no ocurra, no podemos afirmar nada ni negar nada de su porvenir».

Otros responsables y colaboradores de El Gladiador sucumbieron ante un destino más trágico y violento: pagaron con sus vidas su compromiso. Es el caso, todos lo saben, de don Pedro Mirón García y de don Angel Barrado Tejeda.

Fuente: http://ab.dip-caceres.es/export/sites/default/comun/galerias/galeriaDescargas/archivo-y-biblioteca-de-la-diputacion/Alcantara/03-005-alc/03-005-002-Cinco.pdf



 

miércoles, 16 de julio de 2014

Andalucía: Jesús Yoldi Bereau

Jesús Yoldi Bereau

Alcalde de Granada en 1932 por Izquierda Republicana. Recluido en la Cárcel de Viznar (Granada). Fusilado en el Cementerio de Granada, Patio San José, el 23 de octubre de 1936. Nació el 4 de diciembre de 1894 en Arizkun (Navarra). Su expediente académico se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, donde consta haber realizado el bachillerato en el Instituto de Zaragoza (20 de junio de 1911), ser licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Zaragoza el 25 de septiembre de 1915 con nota de sobresaliente y con premio extraordinario de carrera el 15 de junio de 1917. También consta que fue Doctor en Ciencias, Sección de Químicas a los 23 años (Real Decreto del 7 de diciembre de 1917).

Tras su doctorado, fue nombrado Profesor Encargado del curso práctico de Química general en la Universidad de Zaragoza y en 1918 se trasladó a la Universidad de Sevilla, donde fue nombrado Profesor Auxiliar interino de Química Inorgánica en la Facultad de Ciencias. En 1922 obtuvo la cátedra de Química General de la Facultad de Medicina de Cádiz, entonces perteneciente a la Universidad de Sevilla. En 1924 se incorpora a la Universidad de Granada como catedrático de Química General de la Facultad de Ciencias por traslado desde la Universidad de Sevilla y tras la jubilación de su titular D. José Alonso Fernández en 1923. En contra de lo que se menciona con frecuencia en biografías sobre el poeta Federico García Lorca, el profesor Yoldi no fue nunca catedrático de Farmacia, aunque si impartió también docencia tanto en esta Facultad como en la de Medicina. Sobre la relación del poeta y el profesor de química volveremos más adelante.

Cabe recordar aquí que el discurso de apertura del curso académico 1929-30, en la Universidad de Granada, fue pronunciado por el profesor Yoldi y versó sobre “El elemento químico: su evolución y concepto actual”. Su lectura pone de manifiesto el perfecto conocimiento que el profesor Yoldi tenía de los últimos avances producidos en la Química durante el primer cuarto del siglo XX. Su conocimiento de la lengua alemana y la abundante bibliografía de la que disponía (1), a buen seguro le posibilitaron escribir el documentado discurso.

Un año antes, en 1928, Jesús Yoldi se había casado con Beatriz Pérez Pérez, natural de Capileira, con quien tuvo tres hijos, Jesús, Antonio Luis y Victoriano.

La implicación del profesor Yoldi con la Universidad de Granada fue inmediata desde su incorporación, impartiendo tanto los cursos de Química General como los dos de Química Analítica (o Análisis Químico, según el plan de estudios) que tenía acumulados. En algún caso impartió otros cursos como Electroquímica (1924-1925) e incluso Química Técnica (1928-1929). De hecho, el profesor Yoldi fue nombrado catedrático de Química Técnica en 1929 como consecuencia de la supresión del área de Química General (Real Orden de 27 de agosto de 1929), regresando a su nombramiento anterior en 1930 por derogación de la Real Orden correspondiente. A título de curiosidad, aún se conserva su programa de 48 lecciones detallado y manuscrito de esta asignatura de Química Técnica. Todo ello, además de la docencia que impartía en la Facultades de Farmacia y Medicina (...)

En julio de 1936, durante sus vacaciones en Capileira (pueblo natal de su esposa), el profesor Yoldi es detenido por miembros de la Guardia Civil que apoyaban a los militares sublevados el 18 de ese mes y llevado a la calle Duquesa donde los golpistas tenían su “Gobierno Civil”; desde allí es conducido a la cárcel y posteriormente a “Las Colonias” de Víznar.

 Masones en el campo de concentración de Víznar

Desde julio hasta octubre de 1936 el profesor Yoldi, conjuntamente con Joaquín García Labella, catedrático de Derecho Político, fueron forzados a cavar las fosas y enterrar en el barranco de Viznar a los que habían sido sus amigos y compañeros fieles al legal Gobierno de la IIª República Española. En septiembre se le concedió un “permiso” de tres días para posteriormente ser de nuevo encerrado en la cárcel de Granada y finalmente fusilado contra las tapias del cementerio el 23 de octubre de 1936 , tal y como consta en el Registro Civil del Campillo en el folio 314, número 1645, libro 114, en donde queda anotado que Yoldi Bereau “ falleció en la demarcación de este distrito el día 23 del actual a consecuencia de heridas por arma de fuego, según resulta de la orden recibida y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de esta capital”. Los restos del profesor Yoldi descansan hoy día, junto con los de su esposa y su hijo Victoriano, en el cementerio de Capileira. En esa misma fecha era también asesinado en Víznar, junto con 28 ciudadanos más, el que fuera rector de la universidad granadina, Salvador Vila Hernández, y bien podría extenderse al Profesor Yoldi el contenido y sentir de la placa que en 2005 se añadió al retrato del ex rector en el Salón de Rectores del Hospital Real: “Fue fusilado por sus ideas y sin procedimiento legal el 23 de octubre de 1936 en Víznar” (...)

Con el fusilamiento del profesor Yoldi, y de tantos otros profesores y personajes relevantes, se pretendía dar un escarmiento a aquellos sectores de la intelectualidad granadina que se habían atrevido a cuestionar los pilares básicos de una sociedad y una Universidad profundamente reaccionarias que hacían, de nuevo, del yugo y las flechas su razón de ser. Sectores reaccionarios que imponían, una vez más, por la fuerza de las armas lo que no habían logrado con la fuerza de los votos y la razón. El daño al desarrollo científico y cultural de la Universidad de Granada ya estaba hecho y la posibilidad de existencia de una sociedad moderna y avanzada aplazada durante, al menos, cuarenta años.» [01]

«O el químico Jesús Yoldi (Arizkun, Navarra, 1894 - Granada, 1936), docente y alcalde de Granada. Detenido en julio de 1936, lo obligaron a cavar fosas en el barranco de Víznar y, en octubre, murió a tiros contra las tapias del cementerio. »





 El profesor Yoldi en el laboratorio

 
 Yoldi es el tercero por la izquierda

 Yoldi es el primero por la izquierda

 Foto tomada muy probablemente a finales del mes de abril de 1931 en el jardín Botánico de la Universidad de Granada. 
(De izquierda a derecha, D. Gonzálo Gallas, D. Señor X, D. Pieter Zeeman con su esposa y D. Jesús Yoldi Bereau)

 Estreno de Mariana Pineda en Granada. D. Jesús Yoldi es el segundo de la izquierda de pie.

 Jesús Yoldi Bereau de visita con sus estudiantes a las instalaciones de Abonos Carrillo en Atarfe


Yoldi, posiblemente en algún acto de investidura en la Universidad.


Fuentes:

[01] Biografía completa y abundantes fuentes documentales en Generaciones de Plata:
http://generacionesdeplata.fundaciondescubre.es/2013/07/21/jesus-yoldi-bereau/
[02] http://www.eldiario.es/andalucia/Generaciones-recuperando-cientificos-represaliados-franquismo_0_206480342.html

NOTA: Su caso no aparece -a diciembre de 2013- recogido en le FDMHN. Desde PDM consultaremos al respecto. http://memoria-oroimena.unavarra.es/es/buscar/?nome=&apellido1=yoldi

Fuente: http://parquedelamemoria.org/tln/tags/alcaldes

 En http://generacionesdeplata.fundaciondescubre.es/2013/07/21/jesus-yoldi-bereau/ leemos:

Jesús Yoldi Bereau
Responsable de voz: Mikel Astrain
Autor: Mateo Alarcón, Pedro Luis, Gómez Oliver, Miguel, Mateo Leivas, Lidia, Hidalgo Álvarez, Roque

Datos personales y vicisitudes Jesús Yoldi Bereau nació el 4 de diciembre de 1894 en Arizkun (Navarra). Su expediente académico se encuentra en el Archivo Histórico Nacional, donde consta haber realizado el bachillerato en el Instituto de Zaragoza (20 de junio de 1911), ser licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Zaragoza el 25 de septiembre de 1915 con nota de sobresaliente y con premio extraordinario de carrera el 15 de junio de 1917. También consta que fue Doctor en Ciencias, Sección de Químicas a los 23 años en la Universidad central de Madrid (Real Decreto del 7 de diciembre de 1917).

Tras su doctorado, el profesor Jesús Yoldi Bereau fue nombrado Profesor Encargado del curso práctico de Química general en la Universidad de Zaragoza y en 1918 se trasladó a la Universidad de Sevilla, donde fue nombrado Profesor Auxiliar interino de Química Inorgánica en la Facultad de Ciencias. En 1922 obtuvo la cátedra de Química General de la Facultad de Medicina de Cádiz, entonces perteneciente a la Universidad de Sevilla. En 1924 se incorpora a la Universidad de Granada como catedrático de Química General de la Facultad de Ciencias por traslado desde la Universidad de Sevilla y tras la jubilación de su titular D. José Alonso Fernández en 1923. En contra de lo que se menciona con frecuencia en biografías sobre el poeta Federico García Lorca, el profesor Yoldi no fue nunca catedrático de Farmacia, aunque si impartió también docencia tanto en esta Facultad como en la de Medicina. Sobre la relación del poeta y el profesor de química volveremos más adelante.

Cabe recordar aquí que el discurso de apertura del curso académico 1929-30, en la Universidad de Granada, fue pronunciado por el profesor Yoldi y versó sobre El elemento químico: su evolución y concepto actual. Su lectura pone de manifiesto el perfecto conocimiento que el profesor Yoldi tenía de los últimos avances producidos en la Química durante el primer cuarto del siglo XX. Su conocimiento de la lengua alemana y la abundante bibliografía de la que disponía [1], a buen seguro le posibilitaron escribir el documentado discurso.

Un año antes, en 1928, Jesús Yoldi se había casado con Beatriz Pérez Pérez, natural de Capileira, con quien tuvo tres hijos, Jesús, Antonio Luis y Victoriano.

La implicación del profesor Yoldi con la Universidad de Granada fue inmediata desde su incorporación, impartiendo tanto los cursos de Química General como los dos de Química Analítica (o Análisis Químico, según el plan de estudios) que tenía acumulados. En algún caso impartió otros cursos como Electroquímica (1924-1925) e incluso Química Técnica (1928-1929). De hecho, el profesor Yoldi fue nombrado catedrático de Química Técnica en 1929 como consecuencia de la supresión del área de Química General (Real Orden de 27 de agosto de 1929), regresando a su nombramiento anterior en 1930 por derogación de la Real Orden correspondiente. A título de curiosidad, aún se conserva su programa de 48 lecciones detallado y manuscrito de esta asignatura de Química Técnica. Todo ello, además de la docencia que impartía en la Facultades de Farmacia y Medicina.

Así, por ejemplo, y según consta en la memoria de la Universidad de Granada [4], probablemente del curso 1931-32, el profesor Yoldi tenía en ese curso académico asignada la docencia de las siguientes materias: Facultad de Ciencias. Licenciatura en Ciencias Químicas. Primer año. Química experimental. Segundo año. Química analítica, primer curso. Tercer año. Química analítica, segundo curso. Facultad de Medicina. Segundo año. Complementos de Química. Facultad de Farmacia. Primer curso. Química experimental.

Al parecer la denominación de Química experimental se prefería a la de Química general, frente a la de Química teórica con la que inicialmente se designaba indistintamente a la Química Física.

En abril de 1930, coincidiendo con la visita del profesor D. Enrique Moles Ormella, catedrático de Química Inorgánica y Teórica de la Universidad Central de Madrid y que sería a partir del 6 de febrero de 1932 el director de la sección de Química Física del Instituto Nacional de Física y Química, se constituye la sección local granadina de la Sociedad Española de Física y Química, presidida por D. Gonzalo Gallas Novas y en la que actúan como secretarios de la directiva los profesores José Dorronsoro y Jesús Yoldi. La prensa local se hizo eco de la visita del profesor Moles y destacó el carácter renovador de sus enseñanzas [2]. El 30 de abril el profesor Yoldi dirige un viaje de estudios a diversas secciones de Sevilla y Peñarroya, acompañado por la ayudante de clases prácticas, Srta. Rodríguez de la Fuente, y seis alumnos de los últimos cursos, visitas a empresas frecuentes dentro de las actividades docentes del profesor Yoldi. También en 1930, los profesores Yoldi y Palacios traducen el libro ‘Química Física’ de J. Eggert (Ed. Labor, Barcelona), traducción que comenta el profesor Gallas en la sección bibliográfica del Boletín de la Universidad de Granada de 1930. Por otra parte, en las reuniones periódicas de la sección local de la Sociedad Española de Física y Química, el profesor Yoldi, que había pasado a vocal de la directiva de dicha sección en 1931, dictó una conferencia el 8 de marzo de 1933 sobre ‘Alotropía’, haciendo un completo estudio del equilibrio, de las variaciones del punto crítico con la temperatura y de los métodos para su determinación, citando ejemplos orgánicos e inorgánicos que ilustró con proyecciones variadas.

No consta que el profesor Yoldi publicara trabajos científicos en revistas de Química o afines. Si fue, sin embargo, un miembro muy activo de la Facultad de Ciencias en todo lo referente a la enseñanza de la Química y también de la sección local de la Sociedad Española de Física y Química. Especialmente significativa resulta su intervención en la reunión de la sección local de la Sociedad Española de Física y Química celebrada el 7 de diciembre de 1931 en la que expuso algo de los trabajos que estaba realizando acerca del aguado de las leches, “señalando que el índice de cloro en el suero no puede utilizarse como indicio analítico de este fraude, cuando, como ocurre en esta localidad con frecuencia, va acompañado de azúcar y sal o melazas residuales de azucares. Solicitó algunos detalles de los coagulantes que, para obtener el suero con esta finalidad, ensayaron para su trabajo los Sres. Clavera y Guevara, siendo informado por el primero de los citados, acerca del gel de Al(OH)3. Cree el Sr. Yoldi que tendrá ciertas ventajas el acetato de cadmio que ha comenzado a ensayar como coagulante de las leches y cuyos resultados prometió exponer”

Según consta en los archivos Central de Educación y General de la Administración , en el curso 1931-1932 el profesor Yoldi tenía acumuladas las cátedras de Química Experimental y de Química Analítica (Orden 3 diciembre 1932-Boletín del 23). Ese mismo curso académico el profesor Yoldi forma parte del Personal Directivo de la Universidad de Granada cuyo Rector era el “Excmo. Sr. D. José Pareja Yévenes, Catedrático de la Facultad de Medicina”, como miembro del Consejo del Patronato dentro del cupo dedicado a los Vocales Catedráticos y en representación de la Facultad de Ciencias junto con D. Pascual Nacher Vilar, quien era uno de los catedráticos más veteranos de la licenciatura de Química, pues ya aparecía como encargado de las asignaturas de Ciencias Naturales en el primer plan de estudios del curso 1912-13 y que tuvo un papel destacado en la creación de los estudios de Química en 1913.

Asimismo, era miembro de la Junta de Gobierno formada por el Excmo. Sr. Rector, el Ilmo. Sr. Vicerrector, los Decanos y Secretarios de las cinco Facultades existentes (Letras, Ciencias, Derecho, Medicina y Farmacia), dos catedráticos por cada una de las Facultades, una representación de los Profesores Auxiliares y tres alumnos que en este caso pertenecían a las Facultades de Medicina, Farmacia y Derecho (probablemente las Facultades con un mayor número de estudiantes).

Probablemente es a finales de abril de 1931, en una visita que realizan a la ciudad, cuando vemos al profesor Yoldi y al Decano de la Facultad de Ciencias, Gonzalo Gallas, junto al premio Nobel de Química Pieter Zeeman, en los jardines del Botánico. La prensa local se hizo eco de la visita de “madame Marie Sholovoska (sic) de Curie y de su bellísima hija” [4], pero nadie cayó en la cuenta de que ese señor alto de pelo blanco era un eminente físico holandés que da nombre al efecto “Zeeman”. No hay constancia en el Boletín de la Universidad de Granada ni en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química de la visita de tan eminentes personas por lo que cabe pensar que dicha visita, realizada “en un automóvil del Servicio Rápido Militar puesto a su disposición por el Gobierno provisional de la República” [5], tuvo un carácter privado. En el acta de la Junta de la Facultad de Ciencias de 8 de mayo de 1935 se menciona que “el Decano (Gallas) da cuenta de que en nombre de la Facultad se ha sumado al homenaje que ante el mismo motivo y con carácter internacional se ha rendido al ilustre Prof. Zeeman, de Holanda, Premio Nobel y del cual guarda esta Facultad grato recuerdo personal tras la visita que nos hizo hace años; la Junta (a la que, entre otros, asiste el profesor Yoldi) aprueba y ve con satisfacción la adhesión del Sr. Decano” No hemos encontrado, sin embargo, en actas de años anteriores mención a esta visita. A este respecto puede indicarse que en la reunión nacional de la Sociedad Española de Física y Química celebrada el 1 de abril de 1935, en la que participa E. Schrödinger que la preside, la Sociedad participa con 100 pesetas en el homenaje internacional a Zeeman.

La vinculación del profesor Yoldi con la ciudad de Granada era intensa y lo sería mucho más, como en este caso demuestra su presencia en el estreno de la obra de Federico García Lorca titulada ‘Mariana Pineda’ en mayo de 1929 ; presencia que ha quedado plasmada en una foto en la que, además del autor de la obra, se encuentran D. Fernando de los Ríos, D. Manuel de Falla, Dª Margarita Xirgú y el propio padre del poeta, entre otros muchos. Cabe pensar que el profesor Yoldi formaba parte de ese nutrido grupo de profesores universitarios e intelectuales que fueron tomando conciencia de la necesidad de intervenir en la cosa pública para sacar a Granada y provincia del secular atraso que venía arrastrando.

Como expresión de su compromiso con la ciudad de Granada y con el proyecto renovador de la vida pública que representó la IIª República Española, D. Jesús Yoldi Bereau, que había sido miembro del Partido Republicano Autónomo de Granada, se integró ya en 1934 como miembro activo de Izquierda Republicana, partido liderado por D. Manuel Azaña y que agrupaba a un buen número de intelectuales republicanos, aceptó el encargo de ser Alcalde de Granada, el 27 de abril de 1932, en cuyo Ayuntamiento había sido ya concejal tras la instauración de la República. En los menos de cinco meses que estuvo en el cargo, hasta 30 de septiembre de 1932, desarrolló medidas tales como bajar el precio de la harina (no logró que bajara también el precio del pan), inaugurar la placa homenaje al rey Alhamar junto a la puerta de las Granadas en la Alhambra (todavía se encuentra en ese lugar) en presencia del Jalifa Muley Hassan y del poeta Villaespesa, poner en marcha una línea de autobuses entre Málaga y Sierra Nevada, nombrar a los representantes de la ciudad en la Asamblea de Córdoba, que iba a discutir el Estatuto de Autonomía de Andalucía, retirar la subvención que el Ayuntamiento tenía asignada al periódico Ideal y defender de forma decidida la legalidad republicana ante la sublevación del General Sanjurjo en el verano de 1932 [6].

En julio de 1936, durante sus vacaciones en Capileira (pueblo natal de su esposa), el profesor Yoldi es detenido por miembros de la Guardia Civil que apoyaban a los militares sublevados el 18 de ese mes y llevado a la calle Duquesa donde los golpistas tenían su “Gobierno Civil”; desde allí es conducido a la cárcel y posteriormente a “Las Colonias” de Víznar.

Desde julio hasta octubre de 1936 el profesor Yoldi, conjuntamente con Joaquín García Labella, catedrático de Derecho Político, fueron forzados a cavar las fosas y enterrar en el barranco de Viznar a los que habían sido sus amigos y compañeros fieles al legal Gobierno de la IIª República Española. En septiembre se le concedió un permiso de tres días para posteriormente ser de nuevo encerrado en la cárcel de Granada y finalmente fusilado contra las tapias del cementerio el 23 de octubre de 1936 , tal y como consta en el Registro Civil del Campillo en el folio 314, número 1645, libro 114, en donde queda anotado que Yoldi Bereau “ falleció en la demarcación de este distrito el día 23 del actual a consecuencia de heridas por arma de fuego, según resulta de la orden recibida y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de esta capital”. Los restos del profesor Yoldi descansan hoy día, junto con los de su esposa y su hijo Victoriano, en el cementerio de Capileira. En esa misma fecha era también asesinado en Víznar, junto con 28 ciudadanos más, el que fuera rector de la universidad granadina, Salvador Vila Hernández, y bien podría extenderse al Profesor Yoldi el contenido y sentir de la placa que en 2005 se añadió al retrato del ex rector en el Salón de Rectores del Hospital Real: “Fue fusilado por sus ideas y sin procedimiento legal el 23 de octubre de 1936 en Víznar” [7].

El 28 de noviembre de 1936 el Rector de la Universidad de Granada, D. Antonio Marín Ocete, “comunica a la Junta Técnica que (D. Jesús Yoldi Bereau) no se presentó a su destino a efecto D, 93 (original exp. 331 A) nº 339”. Quedaban así vacantes dos cátedras de la Universidad de Granada, la de Química Analítica y la de Química Experimental (denominación esta última que sufrió diversos cambios a lo largo de los años).

Una vez notificada “la ausencia del profesor Yoldi de su destino” se ponía en marcha el mecanismo de sustitución. Lo primero fue dar Orden para desacumular (sic) ambas cátedras, anunciándose a oposición libre el 6 de agosto de 1940 (BOE del 21) la cátedra de Química Analítica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. Celebrada la oposición con los siguientes cuatro aspirantes: D. José Barceló Matutano, D. Julián Bernal Nievas, D. Francisco de A. Basals Ariño y D. Fernando Burriel Martí, fue nombrado este último por orden del 11 de noviembre de 1940 (BOE del 18). Así mismo se sacó a “concurso previo de traslado para la provisión de la cátedra de QUÍMICA EXPERIMENTAL en la Facultad de Ciencias de la Universidad de GRANADA” mediante la orden de convocatoria y anuncio de 10 de marzo de 1941 (BOE del 17), terminando el plazo el 6 de abril de 1941 y ante la falta de aspirantes se declaró desierta por orden del 26 de abril de 1941 (BOE del 3-V-41).

El hueco dejado por el profesor Yoldi en la Facultad de Ciencias fue provisionalmente ocupado en 1940 por D. Teófilo Gaspar Arnal quien desempeño la cátedra de Química Analítica , 1º y 2º curso como acumulada; la gratificación de 3.000 Ptas. que debería recibir por ello no le fue concedida por la Dirección General de Universidades, a pesar del escrito enviado por el Rector Martín Ocete el 15 de junio de 1940 a esa DGU. D. Miguel Aparicio Simón se encargó de la de Química experimental.

Con el fusilamiento del profesor Yoldi, y de tantos otros profesores y personajes relevantes, se pretendía dar un escarmiento a aquellos sectores de la intelectualidad granadina que se habían atrevido a cuestionar los pilares básicos de una sociedad y una Universidad profundamente reaccionarias que hacían, de nuevo, del yugo y las flechas su razón de ser. Sectores reaccionarios que imponían, una vez más, por la fuerza de las armas lo que no habían logrado con la fuerza de los votos y la razón. El daño al desarrollo científico y cultural de la Universidad de Granada ya estaba hecho y la posibilidad de existencia de una sociedad moderna y avanzada aplazada durante, al menos, cuarenta años.

Formación académica Estudió el bachillerato en el Instituto de Zaragoza (20 de junio de 1911), y se licenció en Ciencias Químicas en la Universidad de Zaragoza el 25 de septiembre de 1915 con nota de sobresaliente y con premio extraordinario de carrera el 15 de junio de 1917. Se doctoró en Ciencias, Sección de Químicas a los 23 años en la Universidad Central de Madrid (Real Decreto del 7 de diciembre de 1917).

Puestos y cargos desempeñados
Profesor Encargado del curso práctico de Química general en la Universidad de Zaragoza y en 1918 se trasladó a la Universidad de Sevilla, donde fue nombrado Profesor Auxiliar interino de Química Inorgánica en la Facultad de Ciencias. En 1922 obtuvo la cátedra de Química General de la Facultad de Medicina de Cádiz, entonces perteneciente a la Universidad de Sevilla. En 1924 se incorpora a la Universidad de Granada como catedrático de Química General de la Facultad de Ciencias por traslado desde la Universidad de Sevilla y tras la jubilación de su titular D. José Alonso Fernández en 1923.

Aceptó el encargo de ser Alcalde de Granada, el 27 de abril de 1932, en cuyo Ayuntamiento había sido ya concejal tras la instauración de la República. Permaneció en el cargo cinco meses hasta el 30 de septiembre de 1932,

Activismo político Fue miembro del Partido Republicano Autónomo de Granada, se integró ya en 1934 como miembro activo de Izquierda Republicana, partido liderado por D. Manuel Azaña y que agrupaba a un buen número de intelectuales republicanos.

Causas de la represión y/o exilio Por su actividad política y defensa del del orden republicano, en julio de 1936, durante sus vacaciones en Capileira (pueblo natal de su esposa), el profesor Yoldi es detenido por miembros de la Guardia Civil que apoyaban a los militares sublevados el 18 de ese mes y llevado a la calle Duquesa donde los golpistas tenían su “Gobierno Civil”; desde allí es conducido a la cárcel y posteriormente a “Las Colonias” de Víznar.

Desde julio hasta octubre de 1936 el profesor Yoldi, conjuntamente con Joaquín García Labella, catedrático de Derecho Político, fueron forzados a cavar las fosas y enterrar en el barranco de Viznar a los que habían sido sus amigos y compañeros fieles al legal Gobierno de la IIª República Española. En septiembre se le concedió un permiso de tres días para posteriormente ser de nuevo encerrado en la cárcel de Granada y finalmente fusilado contra las tapias del cementerio el 23 de octubre de 1936 , tal y como consta en el Registro Civil del Campillo en el folio 314, número 1645, libro 114, en donde queda anotado que Yoldi Bereau “ falleció en la demarcación de este distrito el día 23 del actual a consecuencia de heridas por arma de fuego, según resulta de la orden recibida y su cadáver recibió sepultura en el cementerio de esta capital”. Los restos del profesor Yoldi descansan hoy día, junto con los de su esposa y su hijo Victoriano, en el cementerio de Capileira. En esa misma fecha era también asesinado en Víznar, junto con 28 ciudadanos más, el que fuera rector de la universidad granadina, Salvador Vila Hernández, y bien podría extenderse al Profesor Yoldi el contenido y sentir de la placa que en 2005 se añadió al retrato del ex rector en el Salón de Rectores del Hospital Real: “Fue fusilado por sus ideas y sin procedimiento legal el 23 de octubre de 1936 en Víznar”

Publicaciones personales La enseñanza de la Química. Anales de la SEFQ, 1930: 558-559

Traducción del texto, junto a Palacios, Química Física de J. Eggert. Barcelona, ed. Labor, 1930.

Publicaciones sobre el autor Mateo Alarcón, Pedro Luis; Gómez Oliver, Miguel; Mateo Leivas, Lidia; Hidalgo Álvarez, Roque. ‘Jesús Yoldi Bereau, el químico olvidad’o. En: Un siglo de estudios de química en Granada (1913-2013). Granada, Ed. UGR, 2014, pp. 147-161.

Agradecimientos.

Nuestro agradecimiento a D. Antonio Luis Yoldi Pérez, quien nos permitió descubrir a su padre y nos proporcionó un material gráfico imprescindible para poder reconocerlo.

Agradecemos muy sinceramente la ayuda recibida de Lidia Mateo Leivas, por su labor de investigación en diversos archivos de la Comunidad de Madrid y recopilación de los documentos referentes al expediente académico y judicial de D. Jesús Yoldi Bereau

También RHA agradece la ayuda recibida por parte de Javier Pérez y Enriqueta Barranco.

Fuentes de archivo

[1]. Ideal. Revista. 2 de abril de 1989. Los Alcaldes de Granada (VI). Jesús Yoldi Bereau.

[2]. El Defensor de Granada. 27 y 28 de abril de 1930.

[3]. Anales de la Sociedad Española de Física y Química volumen XXX, página 6 2ª parte, 1932.

[4]. La Universidad de Granada. Biblioteca Universitaria. Granada. Sala B, estante 143, número 37.

[5]. El Defensor de Granada. 29 de abril de 1931. “Ayer llegó a nuestra ciudad Madame Curie”.

[6]. El Defensor de Granada. 23 de agosto de 1932.

[7]. Jaume Claret Miranda. El Atroz Desmoche, capítulo 11. Crítica. Barcelona, 2006.

En la página http://roeterojo.blogspot.com.es/2013/09/jesus-yoldi-bereau-el-olvidado-de-los.html se publica una entrevista sobre Jesús Yoldi y se profundiza en su relación con Federico García Lorca:


lunes, 23 de septiembre de 2013
JESÚS YOLDI BEREAU: EL OLVIDADO DE LOS OLVIDADOS
(Entrevista al profesor Roque Hidalgo Álvarez, para el Otro País de Este Mundo)

¿Cómo se llega desde la Física Aplicada a la investigación histórica?

No de una manera natural, por supuesto. Se han requerido elementos circunstanciales. El más simple quizás el hecho de que fuera la Historia la asignatura que más me llamó la atención durante el bachillerato; luego la vida me llevó por otros derroteros profesionales. Ahora he recuperado ese sentimiento que llamo “pasión por la Historia”, el interés por entender las claves del presente indagando en el pasado como herramienta que nos permita reflexionar sobre el futuro.

¿Fue esa “pasión” la que le llevó a investigar sobre el profesor de la Universidad de Granada, Jesús Yoldi Bereau?

 
En 2013 se cumplen 100 años de la creación de la Licenciatura de Ciencias Químicas, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada, con plena capacidad docente y de expedir títulos. Por este motivo se creó una Comisión que redactaría un libro con los hechos y personajes más importantes en esos 100 años de trayectoria.   Con el profesor Pedro Luis Mateo Alarcón, de Química Física, decidimos investigar el período poco conocido de los años 30. El profesor Miguel Gómez Oliver, de Historia Contemporánea, nos asesoró sobre acceso a fuentes, metodología, etc.

Lo que hemos llevado a cabo ha sido una investigación histórica que ya tiene más de año y medio de recorrido. Nos interesaba saber cuál había sido el impacto de la proclamación de la IIª República Española sobre la Facultad de Ciencias de Granada y muy concretamente, la figura de un profesor de Química General, Jesús Yoldi Bereau, del que lo único que sabíamos era que había sido fusilado en 1936. El eje de nuestra investigación ha sido conocer la trayectoria profesional y vital de este hombre que había nacido en 1894 en la localidad Navarra de Arizkun.

Hemos trabajado en el Archivo de la Universidad de Granada, en el Libro de Actas de la Facultad de Ciencias, en el Boletín de la Universidad; en el Archivo General de la Administración e incluso en la Biblioteca Nacional, en el Archivo Histórico de Granada, en los archivos de “El Defensor de Granada” y en otras instancias. Hemos contado con la ayuda de muchas personas.

Nos llevamos la sorpresa de que el expediente disciplinario del profesor Jesús Yoldi Bereau no existía. A pesar de los hallazgos realizados en este tiempo de trabajo seguimos sin saber dónde está. Sí hemos encontrado, en el Archivo Provincial de Granada su expediente judicial (folio 314, nº 1645, libro 114).

Deduzco que el trabajo ha sido un permanente descubrimiento.

Cuando comenzamos, ni los más viejos de la Facultad tenían una idea de cómo era Jesús Yoldi Bereau. No había ni un documento, ni una fotografía, nada. Un descubrimiento, sí. Hemos rescatado del olvido intencionado a un personaje capital en la Historia de la Universidad de Granada y de la propia ciudad. Jesús Yoldi era el más olvidado de los olvidados.

Tengo entendido que habéis conocido a su único hijo vivo, D. Antonio Luis Yoldi Pérez y que su testimonio y documentos aportados han sido de gran utilidad.

La investigación dio un giro cuando, gracias a la ayuda de personas que se dedican a rescatar del olvido a figuras que fueron determinantes en nuestra historia, como la Dra. Enriqueta Barranco, de la Facultad de Medicina o Javier Pérez, historiador; nos aportaron pistas que fueron abriendo puertas. Enriqueta recordaba haber visto en el documental, “La maleta de Penón” (sobre Federico García Lorca), una entrevista a un hijo del profesor Yoldi. Y, aunque parezca mentira, dimos con él buscando en la guía telefónica de Granada capital.

La emoción y el dolor que me provocaba pensar que estábamos a un paso de informaciones importantes hizo que tardara varias semanas en tomar la decisión de marcar aquel número de teléfono que nos pondría en contacto con el único hijo aún vivo.

Una tarde lo visitamos el profesor Mateo y un servidor. Los misterios empezaron a aclararse, cada descubrimiento nos abría múltiples posibilidades de seguir avanzando.

En la primera ocasión nos mostró una fotografía de su padre, lo cual fue muy emotivo pues poníamos rostro al hombre sobre el que estábamos investigando. Nos mostró fotografías de su padre con Federico García Lorca, en el estreno de “Mariana Pineda”; fotografías de su padre en un laboratorio de Químicas, o haciendo una visita con sus alumnos y alumnas a las industrias Químicas de Granada; en el Jardín Botánico de la Universidad acompañado de Madame Curie y Pieter Zeeman (ambos premios Nobel de Física y Química) e incluso fotografías en su responsabilidad como Alcalde de Granada… ¡hasta sus apuntes de clase! Por primera vez para nosotros y para muchas personas más con posterioridad, Jesús Yoldi Bereau tenía rostro y se convertía en un hombre de carne y hueso.

Va dibujándose su figura…

Así es. Además de ser Catedrático de Química desde 1924 en la Universidad de Granada, era un destacado miembro de la comunidad universitaria; imaginamos que sintió la necesidad de adquirir un compromiso político y social para cambiar la realidad de una ciudad y provincia marcadas por el paro, el analfabetismo, la miseria y el caciquismo. Ese compromiso se concretó en la afiliación a un partido republicano de ámbito local y, posteriormente, ingresando en Izquierda Republicana, el partido de Don Manuel Azaña.

Fue concejal y Alcalde por cinco meses, en 1932. En este corto período consiguió que se bajara el precio de la harina, aunque el boicot de los panaderos impidió que repercutiera en el precio del pan; una línea de autobuses de Málaga a Sierra Nevada; rompió el contrato que el Ayuntamiento tenía con el periódico “Ideal”, inauguró la placa homenaje al rey Alhamar junto a la puerta de las Granadas en la Alhambra (todavía se encuentra en ese lugar) en presencia del Jalifa Muley Hassan y del poeta Villaespesa. Siendo Alcalde de Granada tuvo una posición muy firme en defensa de la República, cuando el Golpe de Sanjurjo. Iban apareciendo de este modo también los intereses y personas que lo pondrían en su diana represiva.

Los golpistas fueron especialmente brutales con él, ¿no es cierto?

Hay que recordar que el golpe fascista triunfó en Granada, sin apenas resistencias. La represión fue brutal desde los primeros días y muy directa contra la intelectualidad republicana, sembrando el terror con detenciones masivas y muy selectivas.

Jesús Yoldi, como otros muchos, tuvo la posibilidad de escapar pero no lo hizo. Estaba casado con una mujer de una familia de propietarios agrícolas de las Alpujarras granadinas (Capileira), con la que tenía ya 3 hijos; era un hombre muy religioso y católico practicante. Cuando llegó la orden de captura contra él se encontraba de vacaciones en el pueblo de su esposa. Allí le propusieron pasar a zona republicana pero él se negó. Según testimonio de su hijo, no quiso dejar a la familia sola en esas condiciones. Así que fue detenido y llevado al campo de concentración de Víznar, donde los presos y las presas eran utilizados para cavar las fosas de los fusilados; tendría, seguro, que reconocer muchos rostros de amigos y compañeros entre aquellos cuerpos abandonados en las cunetas… llegando a perder la razón de tanto espanto. En un acto de sadismo sin límites fue puesto en libertad durante 3 días, quizás con el objetivo de que intentara huir de Granada. Durante esos días, no dejó que nadie abriera las ventanas de su casa. En su domicilio capitalino fue de nuevo detenido y llevado directamente al Cementerio para ser fusilado, el 23 de octubre de 1936; ese mismo día era fusilado en Víznar el Rector de la Universidad, D. Salvador Vila Hernández.

El castigo no terminó con su fusilamiento. Las propiedades de la familia fueron confiscadas y sus hijos multados con 750 pesetas cada uno. Gracias a un trabajador del Cementerio Municipal, que había sido contratado cuando Jesús Yoldi era Alcalde, la esposa pudo rescatar su cuerpo que descansa, desde 1970, en Capileira.

¿Por qué el más olvidado de los olvidados? Es el único de los catedráticos fusilados en 1936 del que no existe ninguna referencia en la ciudad, ni en la Universidad. Ninguna calle recuerda su nombre, ningún aula, ningún acto lo ha reivindicado en las últimas décadas, ningún partido político o institución.

La fotografía que nos mostró su hijo estuvo durante años o décadas doblada por la mitad, posiblemente para ser ocultada mejor. No hemos querido que fuera retocada para su publicación.

El hecho de que su expediente disciplinario haya desaparecido es una prueba más de que quisieron borrar su memoria, borrar cualquier huella de su existencia. Durante todo este tiempo nos hemos preguntado el porqué de tanta ignominia. Quizás que fuera catedrático de la Facultad más reaccionaria de la Universidad pudo haber influido; también que se tratara de un católico practicante. Quizás no haya que buscar más explicación que la necesidad de ocultar el talante de esta generación de intelectuales que actuaron en defensa del ideario de la IIª República y de su legítimo gobierno, un compromiso total hasta sus últimas consecuencias.

Roete Rojo Plataforma Cívica por la República (Granada)

Partida de defunción de Yoldi