Vicente Blázquez Benítez
Fuente: GARCÍA SUANCES, Iván, Grupo de Cáceres. Fusilados en Medellín. [S. L.]: ARMHEx, 2008.
Villanueva de la Serena fue una de las más castigadas por el conflicto, habida cuenta de que
(como aún reza su escudo) era la puerta de La Serena, comarca que
resistió durante dos años los ataques de las tropas golpistas.
La toma de Villanueva de la Serena supuso, en cambio, el inicio de una
represión que dejó más de setecientos damnificados y casi trescientos
muertos en la localidad. Una de las decenas y decenas de historias al
respecto es la de quienes fueron conocidos durante años como el Grupo de
Cáceres.
El 20 de julio de 1936, Manuel Gómez Cantos, capitán de la Guardia Civil, se levantó en armas y puso a Villanueva de la Serena bajo control del bando franquista. En cuatro días detuvo a sesenta vecinos con los que hubo de huir a la cercana Miajadas ante la incapacidad de resistir el asedio de las fuerzas republicanas que pretendían recobrar la localidad.
Ya en Miajadas, ese mismo 24 de julio, se decidió enviar a los prisioneros a la cárcel de Cáceres, a la cual arribaron cincuenta y seis hombres (tres pudieron escapar y otro murió en el camino por heridas de bala). Permanecieron recluidos en aquel lugar sin razón aparente durante dos años, periodo en que hubo un nuevo fallecido y otros veintidós fueron canjeados o liberados.
En ese tiempo la llamada Bolsa de La Serena había
logrado frenar el avance franquista. No obstante, sucumbió ante la
ofensiva final entre los días 20 y 24 de julio de 1938. Dos semanas más
tarde, el 8 de agosto de 1938, los treinta y tres últimos integrantes
del Grupo de Cáceres fueron trasladados a Badajoz, en cuya prisión se
les retuvo otro mes.
Por aquel entonces, el citado Gómez Cantos, además de participar en la polémica matanza de la plaza de toros de
Badajoz, había sido designado Delegado del Orden Público de dicha
provincia. Fue así como de nuevo se hizo cargo de los treinta y tres
prisioneros y los condujo a Villanueva de la Serena el 8 de septiembre, a
quienes encerró esa noche en la cárcel local.
Al día siguiente, en la céntrica Plaza de España, el propio Gómez Cantos instruyó un juicio popular desprovisto de toda legalidad o legitimidad. Con todo, y delante de familiares y vecinos, los treinta y tres acusados fueron condenados a muerte. A continuación, los presos fueron llevados a la sierra de Yelbes, al norte del río Guadiana, cerca de Medellín.
Los miembros del Grupo de Cáceres fueron asesinados en un lugar indeterminado al pie de una loma, recibiendo sepultura en una fosa común. Entre los fusilados se hallaba mi tío abuelo, Vicente Blázquez Benítez, miembro de las Juventudes Comunistas de Villanueva.
Él, como el resto de sus compañeros, fue declarado inocente tras anularse la sentencia cinco años más tarde (noviembre de 1943, causa 4251/39). Pero nadie indemnizó a sus familias ni recuperó sus restos. Todavía no se han encontrado, setenta y tres años después.
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